Las luces se encienden a las nueve de la noche. Bombillas verdes, rojas y azules dibujan un arco sobre la plaza del pueblo. La pólvora quema el aire y deja ese olor agrio que se mezcla con el azúcar de los churros y la grasa de las hamburguesas. La música retumba, un eco metálico que se cuela por cada rincón: reguetón, rock, pasodobles. La feria de agosto ha comenzado.
Todos ríen, todos bailan. Los jóvenes beben cerveza en vasos de plástico, luego mezclan con ron barato, más tarde con lo que aparezca. Unos pocos se esconden en callejones: bolsitas que cambian de manos, pastillas fosforescentes que caen en el fondo de un vaso de calimocho. Para muchos, esta es la postal perfecta de la juventud: olvidar el día, dejarse arrastrar por el exceso.
Pero en paralelo, otra postal se dibuja en silencio. El coche de la Guardia Civil entra a la feria y se abre paso entre la multitud. Un joven tambaleante cae al suelo, con la mirada perdida, los labios secos. Una llamada entra en urgencias: “Chico de 20 años, probable intoxicación etílica, pérdida de conciencia”. En el hospital, los profesionales de guardia miran el reloj. La noche es larga. Y aún más en agosto.
El alcohol como rito de paso
En los pueblos, beber parece un ritual social. Nadie cuestiona que el alcohol sea el acompañante indispensable de las fiestas. Se brinda por todo: por la amistad, por la música, por la vida. Pero lo que comienza como celebración se convierte en exceso.
España ocupa uno de los primeros puestos de Europa en consumo de alcohol, con un 77,2% de la población entre 15 y 64 años que declara haber bebido en el último año (1). Lo que socialmente se vive como un acto de unión tiene también su cara oscura: el alcohol está presente en más de la mitad de los ingresos de urgencias psiquiátricas por intoxicación o descompensación (2).
En la sala de psiquiatría se observa cada verano el mismo patrón: chicos y chicas que tras días de fiesta llegan con ansiedad desbordada, episodios psicóticos desencadenados por consumo, intentos autolíticos precipitados en un contexto de embriaguez. La celebración se convierte en detonante.
Estupefacientes: el silencio detrás del ruido
La feria también tiene sus rincones oscuros. En los baños portátiles se esnifa cocaína apresuradamente. En los parques, a la sombra de los pinos, se encienden porros que flotan como luciérnagas. Y en los escenarios principales, algunos bailan con pupilas dilatadas, los dientes apretados por el MDMA.
El consumo recreativo de drogas en contextos festivos no es nuevo, pero los últimos informes alertan de un repunte en la accesibilidad y en la normalización. El cannabis sigue siendo la sustancia ilegal más consumida (3), pero preocupa el auge de drogas de diseño que se infiltran en las fiestas populares.
El Observatorio Europeo de las Drogas advierte que España se sitúa a la cabeza en consumo de cocaína en Europa (4). Y no es extraño que, en plena feria, aparezcan casos de intoxicación aguda, taquicardias, delirios y brotes psicóticos. Como enfermero en psiquiatría, uno ve de cerca cómo una pastilla tomada a la ligera puede abrir un abismo en la mente.
La sala de psiquiatría en fiestas
En agosto, las salas de psiquiatría respiran un aire distinto. La afluencia aumenta. No solo jóvenes con intoxicaciones; también personas con patologías previas que se descompensan. El ruido, la falta de sueño, el consumo mezclado, todo contribuye a romper equilibrios frágiles.
Un hombre de 45 años con trastorno bipolar llega tras tres días sin dormir, acelerado, con discurso incoherente. Una mujer con esquizofrenia que había permanecido estable, regresa con alucinaciones tras consumir cannabis con alcohol.
Las fiestas que para unos son alegría, para otros se convierten en un detonante de crisis vital.
La familia invisible
En urgencias, mientras se estabiliza al paciente, la familia espera fuera. Una madre llora en silencio, un padre camina de un lado a otro, los hermanos no saben qué decir. Nadie se prepara para ver cómo una fiesta acaba en ingreso psiquiátrico.
El dolor familiar rara vez aparece en los titulares. Se habla del “joven ingresado por consumo” como si fuera un hecho aislado, pero detrás hay hogares rotos, culpas, miedos. Para los profesionales de enfermería, acompañar esa angustia también forma parte del cuidado. A veces basta una palabra: “ahora está estable”, “no está solo”, “mañana podrán verle”.
Entre la euforia y la fragilidad
Las fiestas de los pueblos son un espejo. Reflejan la necesidad humana de celebrar, de unirse, de olvidar. Pero también muestran la fragilidad, la vulnerabilidad de quienes buscan en sustancias una salida.
Estudios recientes muestran cómo el consumo en contextos festivos se relaciona directamente con un aumento de urgencias psiquiátricas, especialmente por episodios de ansiedad, psicosis y conductas suicidas (5,6). El círculo se repite: la sociedad normaliza el exceso, la psiquiatría recoge las consecuencias.
Mi mirada
Quizá lo que buscamos en las fiestas no es solo diversión. Quizá, en el fondo, anhelamos un sentido de comunidad, un espacio donde sentirnos parte de algo más grande. El problema es que lo sustituimos por ruido, alcohol y drogas. Y entonces, la fiesta se convierte en un espejismo: promete alivio, pero deja vacío.
Como enfermero, uno entiende que el cuidado en psiquiatría no es solo medicar o vigilar. Es sostener a las personas en ese punto de fractura entre la euforia colectiva y la soledad personal. Es mirar al paciente intoxicado no como a un delincuente, sino como a alguien que buscaba, de manera equivocada, un poco de paz.
La feria terminará en unos días. Las luces se apagarán, el suelo quedará cubierto de papeles y botellas vacías. Pero en la sala de psiquiatría, las consecuencias seguirán resonando. Y quizá la lección que nos dejan estas fiestas es que la verdadera celebración no está en perderse, sino en encontrarse.
Referencias
- Ministerio de Sanidad. Encuesta sobre alcohol y drogas en España (EDADES) 2022. Madrid: Ministerio de Sanidad; 2023.
- Arias F, Szerman N, Vega P, Mesías B, Basurte I, Morant C, et al. The role of substance use in psychiatric emergency services. Psychiatry Res. 2019;272:1-8.
- Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones. Informe 2023. Madrid: Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas; 2023.
- European Monitoring Centre for Drugs and Drug Addiction (EMCDDA). European Drug Report 2023: Trends and Developments. Luxembourg: Publications Office of the European Union; 2023.
- Blanco C, Krueger RF, Hasin DS, Liu SM, Wang S, Kerridge BT, et al. Psychiatric comorbidity of substance use disorders: results from the National Epidemiologic Survey on Alcohol and Related Conditions. Acta Psychiatr Scand. 2018;138(6):515-29.
- McCabe SE, Veliz P, Boyd CJ, Schepis TS, McCabe VV, Schulenberg JE. Trends in substance use disorders among young adults in the United States. JAMA Psychiatry. 2021;78(4):390-400.
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