Hay imágenes que contienen una verdad que las palabras apenas alcanzan a nombrar. Una rosa roja brotando entre los raíles oxidados de un tren en Auschwitz no necesita explicación: allí, en un escenario de muerte y ceniza, la vida se atreve a abrirse paso. Esa flor frágil y obstinada es metáfora de lo que Viktor Frankl llamó la “voluntad de sentido”: la capacidad del ser humano de hallar un motivo para vivir aun en medio de la oscuridad más densa.
La resiliencia, en esta mirada, no es simple resistencia. No es la dureza de la roca que aguanta el golpe de las olas, sino la delicadeza de la flor que brota en el terreno inhóspito. No se trata de negar el sufrimiento ni de embellecerlo, sino de transformarlo al encontrar un horizonte de sentido.
El campo de concentración como laboratorio del alma
Frankl escribió El hombre en busca de sentido tras sobrevivir a cuatro campos de concentración nazis. Allí perdió a sus padres, a su hermano y a su esposa. Allí aprendió que lo insoportable no era tanto el dolor físico, sino el vacío interior, la ausencia de un “para qué”.
“A quien tiene un porqué para vivir, casi siempre encontrará el cómo” (1).
Observó que quienes conservaban un motivo —un ser querido, una tarea por cumplir, una fe íntima— resistían con más fortaleza que quienes se entregaban a la desesperanza. El colapso espiritual precedía al físico.
La resiliencia, entonces, no se explica solo en términos biológicos o psicológicos: hunde sus raíces en lo espiritual. Allí donde el hombre responde, aunque sea con un hilo de voz, a la pregunta radical —¿para qué vivir?—, comienza a florecer la fuerza para resistir.
La logoterapia: sanar desde el sentido
Frankl convirtió esa intuición en método: la logoterapia. “Logos” significa “sentido”, y su propuesta consistía en ayudar al ser humano a descubrir su propio motivo para vivir.
Mientras Freud hablaba del instinto de placer y Adler del instinto de poder, Frankl afirmó que la motivación fundamental del hombre es la búsqueda de sentido (2).
La logoterapia no niega el sufrimiento. Lo enfrenta, pero invita a mirarlo de otra manera: si el dolor es inevitable, todavía podemos elegir la actitud con que lo vivimos. Y esa elección puede transformarlo en sacrificio con sentido.
“El sufrimiento deja de ser sufrimiento en cuanto encuentra un sentido, como el sentido del sacrificio” (1).
Allí donde parece no haber salida, el sentido abre un camino.
Resiliencia: más allá del aguante
Hoy la palabra resiliencia se repite en discursos, talleres y hasta en campañas publicitarias. Se la entiende como la capacidad de “volver a ser los de antes” tras una crisis. Pero esa visión es superficial.
En la perspectiva frankliana, resiliencia no es regresar al punto previo, sino transformarse. No es rebotar como una pelota, sino crecer como un árbol que hunde sus raíces más profundamente después de la tormenta.
La psicología contemporánea lo confirma con el concepto de “crecimiento postraumático”: muchas personas no solo sobreviven a la adversidad, sino que encuentran en ella una renovada visión de la vida, un despertar a lo esencial (3,4).
Resiliencia y cuidado
El eco de estas ideas resuena en el ámbito del cuidado. La enfermería, por ejemplo, no se limita a aliviar síntomas, sino que también acompaña a reconstruir sentido. Joyce Travelbee lo expresó con claridad: la tarea de la enfermería es ayudar al paciente a encontrar significado en su sufrimiento (5).
En este encuentro humano, la resiliencia se vuelve compartida. La palabra serena, la escucha sin prisa, la mano que acompaña: todo ello puede convertirse en espejo donde quien sufre redescubra motivos para sostenerse.
La evidencia actual lo confirma: atender la dimensión espiritual en la práctica sanitaria favorece la resiliencia de pacientes crónicos y terminales, aliviando el sufrimiento y mejorando la calidad de vida (6,7).
Resiliencia comunitaria: del yo al nosotros
Frankl subrayó que el sentido no siempre se encuentra en grandes hazañas, sino en gestos de amor, servicio, creación o cuidado. A menudo, la resiliencia surge cuando nos orientamos hacia alguien más.
Y no solo a nivel individual. Tras catástrofes, guerras o pandemias, se ha visto cómo la solidaridad se convierte en motor de resiliencia colectiva (8). Allí donde la devastación arrasa, los pueblos que se cuidan mutuamente son los que logran levantarse.
La resiliencia no es únicamente un asunto privado: también es una experiencia compartida, una respuesta comunitaria que transforma el dolor en vínculo.
Entre Auschwitz y nuestra vida cotidiana
Tal vez hoy no vivamos tras alambradas, pero la vida nos pone frente a otras formas de sufrimiento: la enfermedad, la soledad, la incertidumbre, la pérdida. Y la enseñanza de Frankl sigue viva: no podemos elegir siempre el dolor, pero sí podemos elegir el sentido que lo acompaña.
En Auschwitz, hubo quienes compartieron su último trozo de pan, quienes rezaron en silencio, quienes consolaron a otro prisionero. En esos gestos mínimos floreció lo más humano, aun en el infierno.
Nosotros, en lo cotidiano, también podemos elegir: hacer del sufrimiento un muro o un puente, de la herida un abismo o una raíz.
La resiliencia, en la mirada de Viktor Frankl, no es un eslogan ni una consigna vacía. Es la posibilidad de descubrir un “para qué” capaz de sostenernos frente a cualquier “cómo”. Es la certeza de que incluso en medio del hierro frío y de la ceniza puede brotar una rosa.
Tal vez ese sea el mayor legado de Frankl: recordarnos que la dignidad humana no depende de las circunstancias, sino de la actitud con la que las enfrentamos. Y que cada uno de nosotros, incluso en el límite, tiene la libertad de elegir la respuesta.
Resiliencia es esa libertad interior: el poder de transformar el dolor en vida, la oscuridad en camino, el sufrimiento en sentido.
Bibliografía
- Frankl VE. El hombre en busca de sentido. Barcelona: Editorial Herder; 2015.
- Frankl VE. Psicoterapia y existencialismo. México: Fondo de Cultura Económica; 1994.
- Tedeschi RG, Calhoun LG. Posttraumatic growth: Conceptual foundations and empirical evidence. Psychological Inquiry. 2004;15(1):1-18.
- Southwick SM, Charney DS. The science of resilience: Implications for the prevention and treatment of depression. Science. 2012;338(6103):79-82.
- Travelbee J. Interpersonal aspects of nursing. Philadelphia: F.A. Davis; 1971.
- Puchalski CM, Vitillo R, Hull SK, Reller N. Improving the spiritual dimension of whole person care: Reaching national and international consensus. J Palliat Med. 2014;17(6):642-656.
- Delgado-Guay MO, Hui D, Parsons HA, Govan K, De la Cruz M, Thorney S, et al. Spirituality, religiosity, and spiritual pain in advanced cancer patients. J Pain Symptom Manage. 2011;41(6):986-994.
- Aldrich DP. The importance of social capital in building community resilience. Am Behav Sci. 2012;59(2):254-269.
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Yolanda
Genial Diego. Así es. Gracias